2009
Pintura vinílica sobre MDF
175 x 300 cm
B062 - 0449
Excombatiente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP). Ingresó a los 12 años, permaneció allí 12 años.
Eso es en el Caquetá y Putumayo.
Matan una familia, la familia Penagos. Uno de los hijos trabajaba con el Ejército, pero el papá y los otros hijos no tenían nada que ver en eso. Allá al uno saber que alguien trabaja con el Ejército o con los paramilitares, ya es enemigo de uno. Entonces, uno tiene que matarlo, porque sino lo mata uno, él lo mata a uno.
El señor venía bajando por el río con sus hijos, pero el hijo que necesitaba la guerrilla se había ido para Mocoa.
Él no sabía que lo estaban esperando en el puerto. Se lo llevaron, le pusieron el lazo en las manos y en los pies y lo separaron de los hijos.
Le decían que tenía que entregar al hijo que trabajaba con el Ejército. El decía: “háganme lo que quieran a mí, mátenme a mí, pero no me maten a mi familia”.
Pasaron tres meses y ellos amarrados, el viejito amarrado a un palo y los hijos amarrados, pero estaban separados de él. Ese señor era el mero, mero huesito, nomás era huesito y barba.
La mamá mandó a llamar al hijo que trabajaba con el Ejército, el muchacho llegó y se lo llevaron, le echaron lazo. La mamá lloraba y gritaba, parecía que se iba a morir, ya el marido y los hijos allá.
Esa noche se voló una muchacha guerrillera con otro secuestrado y se entregaron en Puerto Guzmán al Ejército.
Al otro día como a las cinco de la mañana, cuando los helicópteros… Eso era bombas por todas partes. Cada uno corría para donde más podía y esos amarrados por delante, porque tampoco los podían dejar; es preferible un secuestrado matarlo que dejarlo vivo, cuando uno mira que ya lo van a coger, uno lo mata y ya, que se muera, pero no dejarlo vivo. Entonces, tocó coger y matarlos.
Esto por aquí se llama Guasipanga, por ahí es donde viven los indios. El señor era conocido de los indios, ellos le dijeron al comandante “Norbey” que por qué hacía eso… Entonces “Norbey” les dijo que ellos eran los que le habían contado al Ejército…Y pura ráfaga, a todos. Ese día mataron como catorce indios. Habían amanecido tomando yagé.
Yo lloré pintando esa historia. En el momento que uno está pintando, pues ellos están…en ese momento uno siente que los tiene al lado, están vivos… uno siente como si estuviera hablando con ellos, uno recuerda todo lo que pasó y uno se quita como una carga de encima.
2009
Pintura vinílica sobre MDF
175 x 300 cm
B062 - 0449
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