Crónica de una muerte anunciada – parte II

Esta es la finca de mi tío sembrada con coca. Era muy próspera y las FARC querían quitársela.

Cada vez que lo iban a matar, su hija de 15 años lo abrazaba para protegerlo. Él le pidió al jefe guerrillero que le permitiera llevar a su hija donde la mamá, en la ciudad de Florencia, para luego volver y conversar con ellos sobre su finca.

Mi tío regresa luego a la finca. En el camino un vecino le advierte que la guerrilla lo va a matar. Él no hace caso. La guerrilla lo mata en su finca y lo entierran en una fosa.

Cuando su hija se entera que lo mataron, ella se suicida.

A mi tío nunca le hemos podido dar una santa sepultura. Es un desaparecido.