Dolor y tristeza por la muerte de tres personas inocentes

Esto se llama la quebrada La Cedro, Caquetá.

Aquí tenemos, en esta casa a dos enfermos, pero en esta casa vivía una familia. Entonces, el comandante les pidió permiso para meter a los enfermos dentro de la casa.

Había dejado a cinco compañeros cuidándolos, pero ellos se descuidaron y se vinieron para la quebrada.
Estaban tirando baño, cuando se dieron cuenta que el Ejército mató al señor y a los dos niños. Pero el Ejército no se había dado cuenta que ellos estaban adentro en la casa.

Entonces, el comandante nuestro reunió a los que había dejado ahí cuidando. Y ya la señora, muy angustiada porque le habían matado al marido y a los dos niños, entonces, la señora pidió justicia.

Entonces el comandante colocó a los compañeros, a ellos mismos, a abrir cinco rotos en la tierra, y ya los hizo meter y enterrarlos ahí por tres días. Y ellos no hacían sino pedir auxilio, que les dieran agua, pero la orden del comandante era que no se les diera nada.

Ya a los tres días hizo que los fusilaran. Dijo que eso era para que todos nos metiéramos en la cabeza que cuando se dejaba a alguien cumpliendo una orden se tenía que cumplir.

Siente uno mucha tristeza, mucho dolor. Murieron los niños y el señor, también los compañeros con que uno había convivido.