Masacre a dos paramilitares

Esta pintura es dentro del monte de Zabaleta, Caquetá. Al pie del Río Caquetá.

Estos somos guerrilleros.

Lo que pasa fue que entraron dos paramilitares al pueblo, los cogieron vivos, los llevaron al campamento y allá nos mandaron a fusilarlos.

Pero con los que yo iba, no cumplieron las órdenes. A uno lo amarraron del cuello. Pusieron dos palos, enterrados en la tierra y lo pararon ahí y lo amarraron de un árbol. Lo colgaron del cuello y luego lo jalaban y lo alzaban para arriba.

El otro estaba amarrado, estaba arrodillado ahí pidiendo auxilio, que no los mataran que ellos no eran paramilitares.

Se pusieron a hacerles todas esas cosas y ya ellos cantaron toda la verdad. Pero ellos sufrieron mucho al morir.

A este sí lo mataron ahorcado, porque no se podía disparar porque había una casa cerquita entonces no se podía hacer bulla.

A éste lo cogieron y lo mataron a puro garrote. Partieron un palo así grueso, lo pelaron, lo mataron a puro garrote.

Yo estaba acá mirando, yo no hacía sino ver y temblar, en ese momento sí sentí temor de verdad, sentí pesar. Yo decía pues ellos son un grupo y nosotros somos otro, pero no es la forma de que ellos sufran de esa manera.
Eso fue a las nueve de la mañana que nos mandaron y como a las tres y media de la tarde terminó todo a lo que confesaron la verdad.

Los que les hicieron esto a ellos, se fueron para consejo de guerra por no cumplir las ordenes, salieron sancionados.

Ellos eran de esas personas que cogen un arma y se sienten que cogieron el cielo con las manos.