Y nadie pregunta por ellos

Aquí voy a hablar de cinco compañeros.

Empiezo por “El Ferrari”: el comandante lo degolló y fue y le untó sangre a las caras de los combatientes que estaban nuevos para que sintieran el olor y le perdieran el miedo a la muerte… y para que vieran que las cosas se tenían que hacer bien o se castigaba de esa forma.

“El Recluta”: lo mandaron a asesinar a alguien a un pueblo, después llegó y dijo: “Comandante, no fui capaz”. Entonces el comandante toma la decisión de matarlo y tirarlo a ese hueco y prenderle candela. Estaba vivo…

Aquí está “Gonzalo”: un día de permiso se fue y le robó unas gallinas a un campesino y el campesino le dijo al comandante. Lo trajeron a la casa donde se robaron las gallinas y con un machete y un hacha lo mataron ahí al frente de la casa de donde se robó las gallinas.

Este es “El Pájaro”: un comandante en formación le dijo que se volviera serio y él le respondió: “vaya grítele así a su puta madre”. El comandante lo mató a punta de palo. Le dio palo, palo, palo, palo, le reventó la cabeza y el muchacho cayó.

Y aquí está “Pinocho”: violó una niña campesina. El comandante, lo amarró de ese palo… empezó a torturarlo desnudo. Por ahí había caimanes, animales estilo cocodrilo. Antes de meterlo al río, le cortó un pie. Lo dejó ahí desangrándose y muriéndose hasta que se desapareciera, o se deshiciera, o el agua se lo llevara, o el animal se lo comiera del todo.